Si no tuviéramos escuelas infantiles

En este artículo me gustaría compartir un texto escrito por el psicólogo y escritor Vicenç Arnaiz con en cual me siento especialmente identificada tanto como profesional de la psicología infantil como en mi papel de madre. Espero que os guste:

Si no tuviéramos escuelas infantiles los más pequeños creerían que sólo existe lo que se ve desde su portal.

Si no tuviéramos escuelas infantiles muchos padres y madres sólo tendrían sus ideas de cómo educar. Cuando alguien cree que sólo hay una manera de hacer las cosas deviene fanático y no puede educar.

Si no tuviéramos escuelas infantiles habría quien no sabría que existe la infancia porque no conocería a otros pequeños.

Si no tuviéramos escuelas infantiles muchas familias no entenderían a su hijo porque para entender a uno tienes que conocer a muchos.

Si no tuviéramos escuelas infantiles muchas niñas no sabrían qué es un padre ni qué es una madre porque para saber qué son tienes que relacionarte con otros que no sean ni tu padre ni tu madre. Tampoco sabrían que tienen una familia porque para ser conscientes de ello necesitas salir un rato.

Si no tuviéramos escuelas infantiles muchos niños no sabrían que después del llanto viene la risa. Cuando lloran muchos no recuerdan que antes reían y cuando ríen no tienen conciencia clara de que volverán a llorar. Ver a otras criaturas llorar cuando ellos estando riendo pone al descubierto cómo habitamos las emociones.

Si no tuviéramos escuelas infantiles las criaturas crecerían envueltas en un solo relato y una sola manera de explicarlo. Si no tuviéramos escuelas infantiles no sabrían que la vida tiene muchos caminos y que hay muchas maneras de avanzar.

Si no tuviéramos escuelas infantiles muchos niños no sabrían que tienen una historia ni sabrían que hay muchas historias porque no podrían escuchar a otros explicar la suya ni nunca podrían narrar la propia.

Si no tuviéramos escuelas infantiles no sabríamos reparar el sufrimiento de los niños porque no sabríamos si es evitable o no.

Si no tuviéramos escuelas infantiles quizás no sabríamos que el futuro es posible porque los adultos a menudo nos obcecamos con el pasado. Son ellos, los niños, que nos exigen hablar en futuro sea perfecto o imperfecto.

Si no tuviéramos escuelas infantiles seríamos menos humanos porque las problemáticas de los más pequeños serían más invisibles y casi siempre llegaríamos demasiado tarde.

Si no tuviéramos escuelas infantiles muchas criaturas creerían que sólo se puede jugar de una manera. Creerían que siempre tienen que escuchar y que hablar es cosa de los adultos. Creerían que ser feliz es cosa de niños y que para hacerse mayor hay que reír menos, enfadarte más y dar muchas órdenes.

Si las escuelas infantiles no fueran para todos habría más criaturas que no se alimentarían adecuadamente, más familias que tendrían que explicar que el derecho a la educación de momento es una mentira y todos sufriríamos las consecuencias de crear dos infancias: la de los ricos y la de los pobres.

Si no tuviéramos escuelas infantiles seríamos menos humanos porque muchas criaturas no conocerían las 100 maneras de hablar que tienen las manos, ni las 100 maneras posibles de llorar y de reír. Creerían que sólo hay una manera de pensar.

Muchas criaturas no sabrían que ellas también pueden ayudar y sólo aprenderían a obedecer. Pocas criaturas sabrían consolar.

Muchas criaturas no aprenderían a soñar, ni sabrían de diferencias entre sueño y razón. Peor todavía: quizás creerían que sólo se puede descubrir con la razón. Quizás creerían que sólo existe un mundo y que este mundo ya está hecho.

Muchas criaturas creerían que cantar juntos no cambia nada.

Si no tuviéramos escuelas infantiles nos querríamos menos porque muchos sólo conoceríamos una manera de hacerlo.

Si no tuviéramos escuelas infantiles nos las volveríamos a inventar.