¿Qué podemos hacer cuando nuestros hijos e hijas dicen palabrotas?

Si el niño/a es muy pequeño (3-6 años) y no sabe realmente lo que está diciendo, puede que esté probando cuál será la reacción que tendremos los adultos al escucharla. Así que, si se trata de algo puntual, lo mejor que podemos hacer es no darle importancia y hacer como que no hemos oído nada, para que no vea ninguna reacción en nosotros. Si no hay reacción no tiene ninguna gracia decir la palabrota. Lo más importante:

– Que decir palabrotas no se convierta en una costumbre desde el principio.
– Nunca reírle la gracia ni regañarle.
– Ignorarlo.

El problema surge cuando el niño tiene más edad, a partir de los 7-8 años, es consciente de lo que dice, y se empieza a convertir en una costumbre.

Entonces debemos seguir una serie de pautas:

  • Es muy importante enseñar a nuestros hijos e hijas un lenguaje que sea apropiado para cada momento.
  • Desarrollar un vocabulario amplio, carente de palabras ofensivas o palabrotas le ayudará a expresarse con fluidez, siendo capaz de cambiar la palabrota por otro vocablo sin tener que pararse a pensar.
  • Las palabras ofensivas no deben convertirse en un hábito (primero las dirá porque le hacen gracia, después para manifestar algo que desagrada y por último las pronunciará como rutina).
  • Actuar con naturalidad en las primeras ocasiones. Reírle la gracia o reaccionar con enfado (amenazas, castigos o gritos) fomentará su uso.
  • Utilizar juegos de palabras. Para debilitar la fuerza de las palabrotas es útil ayudarse de palabras alternativas para expresar lo que siente, preguntarle por el significado real de sus palabras alegando que no entendemos lo que quiere decir, inventar palabras graciosas o rimas deformando la palabrota dicha…
  • Saber por qué dice palabrotas, entender los motivos y anticiparse a los hechos.
  • No perder los nervios. Si no estamos seguros de reaccionar con calma, hablar del tema después.
  • Ser firmes en la desaprobación de palabrotas haciéndoles reflexionar sobre las consecuencias de sus actos en los demás, dejando claro cómo queremos que se comporten.
  • Paciencia y perseverancia. Las conductas inapropiadas tardan tiempo en instaurarse, por lo que no desaparecerán de la noche a la mañana.
  • Penalizaciones. Si tras múltiples intentos no se consigue que el niño modere su lenguaje, se hace necesario trazar límites y penalizar su conducta recortando algún privilegio.
  • Dar ejemplo. Si no queremos que nuestro hijo diga palabrotas, no las diremos nosotros. Si no las escucha no las dirá.
  • Evitar complicidades ante cualquier palabrota. Por más graciosa que pueda resultar una expresión o alguna palabrota, reírse con ella fomenta su repetición.
  • Explicar claramente que estas palabras ofenden, molestan, que no son respetuosas y también él se sentiría molesto si se las dijeran.
  • Acostumbrarle a controlarse, contar hasta 10 cuando le vengan las ganas de decir una palabrota.

¿Tu hijo/a dice palabrotas y no sabes qué más hacer? Contacta con nosotros, podemos ayudarte.

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